“Of all enemies, it’s pornography that wins top marks for camouflage.”
R. Pike
Un prestigioso historiador, crítico y curador, Santiago Rueda, entrevista a Nadia, una artista contemporánea que ha creado un personaje llamado “La Fulminante.” El personaje – que utiliza el género del Striptease para difundir la voz de su discurso político - ha logrado, en una exploración concienzuda de sus propias pulsiones de seducción, inyectar en nuestra conciencia los discursos de Jorge Eliecer Gaitán y una serie generosa de clichés de protesta, mezclados con una lengua primigenia de la que solo ella conoce el secreto. Nadia además, sabe cómo cubrir en su Performance el caudal de su energía telúrica con la coraza invisible del descaro arrogante que protege a toda profesional del oficio de los posibles desmanes de su público. No olvidemos que si hay una profesión en la que se debe manejar el poder absoluto en medio de una posición de absoluta fragilidad, es el Striptease.
Nadia no debe su baile y sus contorsiones al trabajo de campo y a la tarea de la ASAB – la academia de Arte donde estudió – sino a una especie de viaje auto hipnótico que la lleva, y nos lleva, a los rituales de la mismísima religión ofídica que yacen dormidos en el Corazón de las Tinieblas de nuestros atavismos. Nadia, con sus interiores de leopardo de Sex Shop de la Caracas no es Nadia. Es la mismísima epifanía de la religión de la Serpiente que Baila. Baudelaire hubiera estado encantado con ella; es la Lamia de Keats sedienta por beber la sangre aún no politizada de nuestras conciencias inocentes y reaccionarias.
El crítico que la entrevista no lo ve así. Y como veremos al final, solo yo lo veo así. Dice éste en la introducción de la entrevista que el trabajo de Nadia es un vehículo para carnavalizar con irreverencia la pornografía, los medios de comunicación y la política. Aparecen entonces el entrevistador y una Nadia irreconocible. Una belleza como de gitana del puerto de Marsella de cuyo atavismo de Drakainia Escita solo queda su melena ensortijada. Tacones destapados, leotardos negros. La blusa marinera cuyas rayas blancas y negras horizontales parecen no poder tener prisionera la generosa y palpitante naturaleza de esos pechos morenos que quienes hemos visto sus videos nos sabemos de memoria. El gitano lunar que nos indica en qué sitio se encuentra su esternón dialoga con el pequeño y sonriente micrófono que hace de él una fiesta para sus ojos.
Yo descubrí a Nadia en lo que llamo un Interludio Pornográfico. Cuando se está atascado o cansado de la labor que sea que se está haciendo no hay nada como un Interludio Pornográfico. La única actividad en la que no se puede hacer un interludio de ese tipo es desde luego ver porno, pero de resto funciona para cualquier otra. Diez, quince minutos de Porno, lo que se necesite, y como por arte de magia las ideas vuelven a estar en orden y el trabajo fluye de nuevo cual joven Pitón Esmeralda resbalando sobre el agua amazónica. La función ataráxica de la Pornografía tiene una función vital en la creatividad. Es como hacer una pausa merecida para tomar onces. En éste dicho interludio con Nadia, una de las cosas que me atrajo de su trabajo es que no entendía nada de lo que decía y me conectaba directamente con el atavismo totémico. Por fin un artista al que no le entendía nada. Un asomo de esperanza en medio de la histeria colectiva hermenéutica que hoy invade como gas mostaza las trincheras del arte.
En Colombia son pocas las opciones de encontrar tal autenticidad y lamentablemente solo se encuentran una treintena de videos amateur caseros en la red. Estamos condenados a la escuela ´High Class Narco´ de Daniel Samper Ospina que, intentado homologar cultura burguesa y estética traqueta, solo ha logrado crear ese esperpento estilístico del Erotismo Cosmonarco que es la revista Soho. Al descubrir a Nadia, pensé con entusiasmo que había sido una fortuna descubrir una nueva voz en el género.
Pero sigue la entrevista. La furia de Furia de Nadia en sus videos va despareciendo ante la autoridad que subyace en el tono terminante y la indiferencia premeditada y profesional del entrevistador. Si bien el curador parece por su vestuario indie y su cabello abundante un espíritu repleto de tolerancia conceptual, es conocido en la colectividad intelectual por su espíritu de purga histórica. Qué camino coger? Los dos como Yogy Berra? Pero ésto no es Beisbol. Es Arte Contemporáneo. Nadia debe olvidarse de la reputación salvaje que la precede como artista, comenzar de cero y evaluar las consecuencias curatoriales que pueda tener lo que diga ahora en su futura carrera. Sabe que no está siendo entrevistada sino medida. El curador no oye: mide mezclando el talento del sastre y el del empresario de pompas fúnebres. Esta allí para vestirla de heroína e incluirla en la próxima curaduría si responde bien a la Esfinge, o para hacer su ataúd y condenarla al detierro de las salas corporativas de las Asociaciones de Comerciantes con Conciencia Política.
Pese a que Nadia tiene los brazos cruzados en señal de que aún tiene en su haber la propiedad de su propio misterio, sabe que ya no hay vuelta atrás. Los medios y el Arte Contemporáneo aborrecen el misterio, el reino del pantano oscuro de la realidad inexplicable. El entrevistador no vino aquí a perder el tiempo. Quiere saber, como el interrogador policial que habita bajo su autoridad curatorial: ” Diga pues a ver: ¿Usted porqué lo hizo?”
El Porno – dice entonces Nadia con un dardo tranquilizante pinchando lo que hasta entonces era su piel de serpiente primordial pre-adámica – es un vehículo para vender ideas. Todo el tiempo – dice – estamos viento culos, tetas, de mujeres divinas dentro de un cánon ahí (sic) que están vendiendo cerveza, están vendiendo las ideas del gobierno y están aplaudiendo la corrupción. Yo trato de entender que es lo que quiere decir y no puedo evitar hallar una relación entre la manera como habla y lo enmarañado de su melena.
En el delirio de esa asociación deliro yo mismo. Veo una especie de infierno Uribista a donde las Salomés pobres de Cuadra Picha traen ensartados en sus tridentes de neón rojo a los pecadores proletarios que, al igual que yo, solo tratan de entender las pulsiones que los unen a un pasado que duerme en las profundidades del Tabú. El hecho de que el entrevistador lleva una camiseta con el emblema de Batman no me ayuda mucho y el infierno Uribista se puebla por momentos con la crema y nata de la perversión gótica femenina: Carmilla la vampiresa de Le Fanu y Geraldine – la serpiente seductora de Coleridge – terminan uniéndose a la venta de cerveza, de las ideas del gobierno y aplaudiendo la corrupción. Stop.
Pauso la entrevista y decido hacer uno de mis interludios en el blog de Jessie Andrews – la cándida actriz porno con áura de ángel que me recuerda insistentemente la Venus de Botticelli – a ver si decanto un poco la sobredosis de concepto artístico. Jessie se ha comprado un plasma y está haciendo una fiesta en su apartamento de Los Angeles…Bien Jessie.
Para cuando vuelvo a la entrevista, Nadia tiene una ´máscara-pantalla de televisión´ en su cara y va por el Terrorismo de Estado y la plata para los paracos. El entrevistador, bajando su muleta y ya con la de verdad, prepara a Nadia para la estocada que se veía venir desde el principio y le hace una pregunta que – por el tono terminante en el que está hecha – no parece tener sino la respuesta militante que el entrevistador espera:
- ¨Nadia -¿Por qué es importante que los artistas hablen de Política…qué lugar tiene la Política en el arte y el Arte en la Política?´
Obviamente es una pregunta que contiene en sí misma su respuesta. Una pregunta retórica. Una pregunta propagandística semejante a preguntarle al ama de casa ¿Por qué cree señora, que tener jabón Ariel en casa es imprescindible?
Lo que sigue de ahí adelante no es difícil de imaginar. Nadia parece saber bien qué contestar, pero no cómo. Es entendible. ¿Cómo contesta uno a una pregunta que ya se respondió a sí misma en su enunciación? Una pregunta que es una llave de Judo? Una emboscada? Pero bueno. Nadia coge vuelo, piensa en los curadores y en su carrera. Ya no es el vuelo libre de la serpiente alada, claro está. Es el vuelo de las frágiles pompas de jabón Ariel del concepto artístico-político. Lo que hace – tartamudea un poco tratando de recordar los apuntes de clase – tiene el fin de transformarle la vida a la gente. El Arte es una herramienta de transformación social que puede transformar mentes y hacer temblar las estructuras. El arcano XVI del Tarot – la Torre que se derrumba – es la ilustración incendiaria que inconscientemente llega a mi cabeza para acompañar lo que estoy oyendo.
Salgo de debajo del epicentro de la catástrofe. Todas las estructuras que había construido Nadia en mi hipotálamo yacen sobre mí. La única puerta al mundo anterior está ahora bloqueada por el debris gracias a la magia de la televisión y la luz del Arte. El porte gitano, la cabellera ensortijada, el lunar y los senos sin pudor de la Lilith suramericana y decolonial son ahora solo un cliché disecado listo para exportar a la Universidad de Duke. El viaje al Corazón de las Tinieblas ha sido cancelado y con ese acto de irresponsabilidad social que ha sido la entrevista, hemos perdido la posibilidad de haber sabido a través de Nadia cómo era la palabra única – el Hapax Legomenon - de los demonios femeninos de antes de la llegada de Dios al Universo. Ahora entiendo. El momento que inició el pecado original no fue otro diferente a aquel en que la serpiente primordial abrió la boca para hacer sus declaraciones.
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* Escrito originalmente para la Revista Arcadia.