Al hacer un énfasis ruidoso en su naturaleza política, el mantra de cada día que se impone por acumulación mediática, el arte solo busca, como cualquier licitador del estado, exenciones éticas.
De hecho el arte parece ser la única forma de la cultura donde la ética no tiene porqué existir; es un tabú, una Némesis que no ocupa un solo espacio en las toneladas de conferencias o escritos sobre arte contemporáneo. Su mismo nombre ha sido borrado de la faz de la academia de las artes pues la ética es ese punto donde el “arte contemporáneo” comienza a ser incestuoso. Se puede cometer un acto inmoral (vgr. lucrarse con las desgracias ajenas) siempre y cuando no sea ilegal. Pero como en la ética no basta con que un hecho no sea ilegal para ser validado moralmente, está desterrada en la Santa Helena de la Filosofía. Más aún que la Belleza, la ética es el terror para el arte político contemporáneo. Y si la belleza social es la ética en acción de Spinoza el epílogo puede ser apocalíptico.
Ya Rousseau, padre del discurso moralista y sentimental, del melodrama moderno, de la fobia (solo pública desde luego, como en Eva Hesse) al placer y la belleza y del artista héroe, se disculpaba jesuíticamente en la Nouvelle Éloise (1761) de sus veleidades cortesanas y de paso dejaba los fundamentos de la relación incestuosa entre arte social y ética :
“No se puede exigir a un autor y menos a un moralista que hable como su obra, ni que actúe como habla. Su obra, su discurso y su conducta son tres cosas muy diferentes que no está obligado a que concilien. En una palabra, todo es absurdo y nada choca porque se está acostumbrado y hasta hay en ésta inconsecuencia una suerte de elegancia que hace el honor de no pocas personas”.
Asi como Emmanuel Levinas en su filosofía moral ofrece un prospecto resignado de la total imposibilidad de un programa de enseñanza de “Ética de negocios” o “Ética corporativa”, nunca se podrá articular una enseñanza de “ética del arte social” o “ética del arte político”. El posmodernismo, en especial Lyotard y su negación roussoniana del meta-discurso ético deja libre el camino a la corrupción elegante y culta de la explotación de la imagen del pobre, el desplazado, el oprimido y la víctima por el artista de talento mediano. Siempre Adorno: la falta de talento halla su segunda oportunidad en el compromiso . El “último de la fila” de Nietzsche encuentra desde Documenta 7 y hasta hoy su reivindicación en la religión del arte y a través de ellos se catapulta con sus semejantes hacia el poder.
Los curadores nos ilustran sobre una supuesta “agenda política que el artista contemporáneo maneja” pero no dicen cual es exactamente esa agenda, simplemente porque en la práctica el “artista político” y la mayoría del mainstream en nuestro medio no maneja mas de tres o cuatro conceptos básicos que tienen que ver con la opinión pero jamás con la cultura política.Y son dos cosas bien diferentes. Las universidades ofrecen cursos de Sociología para artistas pero ninguna ofrece un Curso de Ética para artistas. Un nuevo ciclo sobre “Arte y Ética” podría ser un abrebocas. O un cuestionario que además de preguntar si el arte debe ser político, pregunte: ¿Que entiende usted por política?¿Sabe qué es la Ëtica? ¿Es usted ético? ¿Lo es su trabajo?
Ver al artista social patinar y hundirse en el hielo delgado de la ética puede ser patético, ridículo o divertido. Tres cosas que no tendrían porqué conciliar pero lo hacen. Y más cuando es él mismo quien pone en evidencia la naturaleza decorativa del arte político.
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ARTISTA URUGUAYO Luis Camnitzer:
“EL ARTE AL MARGEN DE LA ÉTICA TIENE QUE SER LLAMADO DECORACIÓN”
Macarena García G.
Una de las figuras fundamentales del conceptualismo latinoamericano de las décadas del 70 y 80 visita Chile.Remonta “Masacre de Puerto Montt”, una exposición que realizó en 1969 en el Museo de Bellas Artes.
Macarena García G.
Han pasado casi 40 años desde que un joven Luis Camnitzer visitara Chile. Décadas en las que su teoría “liberadora” del grabado ha dejado huella en los nuevos artistas y en las que historiadores como Justo Pastor Mellado han reclamado la recuperación de esa importante exposición que en su momento no fue valorada como se debiese. Décadas también en las que Liliana Porter y Luis Camnitzer han ganado un sitial en la historia del arte y han recibido invitaciones al país que no han prosperado. Hasta ahora, en la que él viaja a Chile invitado por el programa Incubo (ver recuadro) y remonta su histórica exposición en Galería Metropolitana.
(…)- ¿Cómo espera que se “lea” esa muestra hoy?
“Creo que ahora se lee más históricamente, ya que fue una de las primeras obras rigurosamente conceptualistas y politizadas. Supongo que algunos seguirán extrañando la sangre”.
-¿Cuál es la obra suya que lo ha dejado más satisfecho?
“No lo sé, pero la Masacre está por ahí arriba en la lista”.
– En 1995 usted publicó “La corrupción en el arte, el arte de la corrupción”, que reflexionaba sobre la ética del artista frente al mercado, uno de los temas de los que ha escrito bastante. ¿Qué piensa de esa relación 10 años después? ¿Cómo funcionaría hoy ese “cinismo ético”?
“Mi cinismo ético parece más apropiado. Creo que el mercado cada vez tiene más poder, que las alternativas políticas (salvo en América Latina) parecen agotarse cada vez más, y que la única forma de resistencia que me queda, al menos en EE.UU., es la ética”.
-¿Se refiere al mercado para el arte?
“Es el mercado en general que tiene cada vez más poder. El mercado del arte es parte de ese mercado. Y como éste en algún momento se convierte en ideología o por lo menos condiciona las ideologías dominantes, cada vez se nos distorsiona más la percepción de la realidad”.
“El diálogo con eso es de concienciación. Ya no se trata de arte ético o comprometido como distinto a otro arte. Se trata de redefinir el arte para que la ética se integre a la definición y que el arte, al margen de ella, deje de ser llamado arte y pase a ser llamado decoración. Esto puede ser una declaración un poco radical, y a lo mejor en algún momento me arrepiento de haberme extremado, pero creo que es útil en estos momentos”.
– ¿Cuándo ha sentido que su arte está “prostituido”?
“Trato de que mi arte nunca se prostituya, y por eso tiendo a evitar las galerías comerciales, con las cuales solamente trabajo si hay una relación de amistad profunda con él o la galerista. En general, yo ya había decidido a los 17 años que el arte era mi “territorio libre” y que nunca alimentaría a mi familia con mis ventas. Pero lo que hago está condicionado a mi medio, y estoy entrenado a producir obra, aun si quisiera limitarme a crear situaciones. Con eso termino produciendo cosas que son adquiribles (sic) y pueden ser usadas como fetiches, cosa que no me gusta demasiado”.(…)
Diario El Mercurio.Santiago de Chile, domingo 4 de junio de 2006.