Sus textos en Esferapublica son
fundamentales a la hora de revisar la crítica al arte político, así como las
complejas relaciones del llamado “arte comprometido” con el Mercado. Fue un
pionero en este tema. Inició publicando en el 2004 y cerró este ciclo en el
2013. ¿Porqué no ha vuelto a escribir? ¿Ha pensado en volver a hacerlo?
Mi crítica al Arte Político es, en realidad, muy anterior. Ya en un foro que hizo parte de Nuevos Nombres en junio de 1985 donde yo expuse mi trabajo, tuve una discusión con Doris Salcedo, quien se encontraba entre el público y me recriminó el hecho de que mi trabajo no lidiaba con la situación social de Colombia. Allí fui claro con ella en el sentido que para mi no era éticamente posible vivir como artista lucrándose con situaciones traumáticas como la guerra o la pobreza.
Mi crítica al Arte Político es, en realidad, muy anterior. Ya en un foro que hizo parte de Nuevos Nombres en junio de 1985 donde yo expuse mi trabajo, tuve una discusión con Doris Salcedo, quien se encontraba entre el público y me recriminó el hecho de que mi trabajo no lidiaba con la situación social de Colombia. Allí fui claro con ella en el sentido que para mi no era éticamente posible vivir como artista lucrándose con situaciones traumáticas como la guerra o la pobreza.
En 1990, en
el catálogo de “Nuevos Nombres, Seguimiento”, ante la pregunta, “Cree que el
arte debe expresar o ejercer una función crítica o integración social o trabaja
fuera de ese esquema (sic) “, yo respondí:
“El arte
solo requiere autenticidad, y las obras que auténticamente han expresado
crítica son bien pocas, si es que a “Los fusilamientos del 2 de mayo” y
“Guernica” se les puede llamar tan solo crítica social. En Colombia se han
hecho muchas, pero creo que, aparte de “Violencia” de Obregón, no hay algo con
esa fuerza; es una gran pintura y está hecha con devoción. Y eso es raro de
reunir. No se puede hacer un arte descarnado si no se está en disposición de
tocar un cadáver y dibujarlo in situ como
hizo Goya en el Monte Pío durante las noches en 1808. La gente pretende hacer
un arte descarnado como quien limpia un pescado. A punta de recortes de
periódico. No conozco el primer artista colombiano que haya hecho un trabajo de
campo, como Goya, en ese sentido. Se es valiente a la hora de colgar y se es
muy tímido a la hora de ir a las fuentes.
El arte
casi siempre ha sido un modo de equilibrar al individuo, y tal vez, de éste
modo, a la sociedad. Pero nunca a la sociedad directamente. Los intentos en
éste sentido, en nuestro siglo al menos, el Realismo Socialista y el Arte
Fascista, han fracasado.
Creo que el
arte es de naturaleza anarquista y no puede ser utilizado por un cuerpo
colectivo. No sé qué tipo de arte deba haber en Colombia. El arte siempre es de
emergencia. Es una necesidad imperiosa de todos los individuos. Las peores
crisis, la Guerra Franco-Prusiana de 1870, la Primera Guerra Mundial,
transformaron la historia del arte y produjeron obras tan carentes de violencia
como la de los Impresionistas, el período de Niza de Matisse, el último Renoir
o los Ballets Rusos. Y es que el arte lo es porque nunca es obvio”.