El cuestionario de Hal Foster - “Questionnaire on ‘The Contemporary,’” October 130 (Fall 2009): 3.- más que un cuestionario, parece una búsqueda desesperada por encontrar los “orígenes” del Arte Contemporáneo y por cómo hacer para que éste “rompa” heroicamente con el Arte Moderno. Foster espera, como disculpándose por anticipado, que la búsqueda – retórica e inútil desde luego – no tenga resultados demasiado provincianos. Y claro los resultados son – como el Arte Contemporáneo en si – una suma de ideas provincianas victorianas recalentadas que, como fuegos artificiales de mala calidad, solo estallan en una humareda populista, melancólica y sentimental.
Ante tales síntomas de confusión y tendenciosidad, extensible a todos y cada uno de los intentos posteriores por ubicar su dudoso nacimiento y existencia conceptual, no queda más que la ingente sospecha de que el témino Arte Contemporáneo es solo lo que es y nada más. Un término ideológico de pocos quilates, y no – como era la intención de Foster y su mesa redonda de caballeros, un periodo histórico. No es casualidadal que se quiera encontrar su eslabón perdido en 1945, pues eso lo hace un producto directo del comienzo de la hegemonía anglo-americana y una expresión de la voluntad de hegemonización de la cultura mediante esa ideología creada desde los laboratorios de la universidad protestante anglosajona.
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Arte Contemporáneo no es un periodo histórico, es un programa de sumisión ideológica y propaganda. De ahí la razón de que en un oximorón delirante, no todo lo que se hace hoy sea considerado Contemporáneo, como lo técnicamente lo es. Arte Contemporáneo es una noción de control social. Estilísticamente y como movimiento, no existe.
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Ahora bien. Como vemos en el poema de Stevie Smith (1902-1971) “Sunt Leones” (1937) el término “Arte Contemporáneo” es un término popular, con una fuerte connotación de snobismo, ya en los años 30. Es muy probable, por el uso familiar que Smith hace de él, que el uso del término sea muy anterior y desde luego un término plena y típicamente moderno. En su estilo sin parangón, Smith describe el espectáculo sangriento del Circo Romano. Pero no cualquiera. Sus protagonistas, los leones, han hecho un estudio previo del Arte Contemporáneo antes de proceder a teñir la arena de la Arena (the sands of the arena) con la sangre de los Cristianos, de tal modo que dicha sangre sea esparcida no simplemente por unos leónes hambrientos, sino por leones que son básicamente Artistas Contemporáneos. Lo que es testimonio del genio de Stevie Smith, es que intuyó, hace más de 70 años que el Arte Contemporáneo seguiría teniendo una íntima relación con el uso dramático del precioso líquido en la puesta en escena del sublime espectáculo.
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SUNT LEONES
BY STEVIE SMITH
The lions who ate the Christians on the sands of the arena
By indulging native appetites played what has now been seen a
Not entirely negligible part
In consolidating at the very start
The position of the Early Christian Church.
Initiatory rites are always bloody And the lions, it appears From contemporary art, made a study Of dyeing Coliseum sands a ruddy Liturgically sacrificial hue And if the Christians felt a little blue— Well people being eaten often do.
Theirs was the death, and theirs the crown undying,
A state of things which must be satisfying.
My point which up to this has been obscured
is that it was the lions who procured
By chewing up blood gristle flesh and bone
The martyrdoms on which the Church has grown.
I only write this poem because I thought it rather looked
As if the part the lions played was being overlooked.
By lions’ jaws great benefits and blessings were begotten
And so our debt to Lionhood must never be forgotten.
Ruhnama es un delirante libro propagandístico del régimen de Turkmenistán. El autor o promotor del Ruhnama fue el primer presidente de Turkmenistán tras su independencia en 1991, Saparmyrat Nyýazov. La obra reescribe la historia del país al gusto de su ideólogo y adoctrina a una mayoría suní de clanes nómadas en los extravagantes principios cívicos que en él se recogen, como parece ser entre ellos el culto ilimitado que impone a su persona, autoproclamada Türkmenbasy, líder de los turcomanos. Los cuales se topan con su imagen lo mismo en la bandera y los billetes de banco que en las botellas de vodka, en los edificios públicos que en la apoteosis de la fiesta nacional del 19 de febrero, que no por casualidad coincide con el día de su cumpleaños. El conocimiento del Ruhnama es obligado incluso en las universidades y hasta para obtener el permiso de conducir.
La idea de los curadores de la exposición The Art of Dissent in 17th-Century China: Masterpieces of Ming Loyalist Art from the Chih Lo Lou Collection suena a la de encontrar una relación histórica con el “arte activista” contemporáneo – incluído por supuesto el arte chino contemporáneo – en la China del Siglo XVII. La reseña del New York Times trata de dar un colorido Wei Wei “contemporáneo” a la estampa Ming del pasado:
“One artist, Ni Yuanlu, hanged himself. Another, Wang Siren, starved himself to death in an extreme gesture of passive resistance. The painter of the bamboo handscroll, Gui Changshi, gave himself over to inconsolable regret at his early diffidence toward imperial service, and he wasted away.
Gui Zhuang, his son, also a painter of bamboo, took up more positive forms of activism, simultaneously organizing a counterinsurgency and excoriating the old regime for having so miserably failed the Chinese people.”
Sin embargo la lógica casuística, el “slippery slope” historicista del curador y de la prensa crítica – del aparato ideólógico – no logra invertir para beneficio da las “resistencias” contemporáneas, el hecho de que es a través del Paisaje, la Caligrafía y el aislamiento – generos y actitudes estigmatizadas por el vigilantismo estético contemporáneo – que los artistas Ming decidieron rebelarse contra la “Institución” Manchú.
¿Cómo pueden el ruido, el escándalo, la pomposidad, la voluntad erostrática y la sed insaciable de celebridad a través del “activismo” del artista contemporáneo del “disenso”, ser un eco del silencio, la contemplación extática de la naturaleza y la meditación en tinta y seda de los paisajistas Ming?
¿No será tal vez que la forma como se manifiesta la resistencia de los paisajistas Ming se corresponde mejor con otras formas de resistencia actuales – el paisaje o el arte abstracto, cuyas raíces por cierto se encuentran en la caligrafía – ante las instituciones Manchú del siglo XXI? Instituciones que con ésta muestra pretenden abusar la historia del arte chino para clavar una lanza de reputación histórica que marque las nuevas y recientes conquistas del Arte y el Activismo de Salón.