Aug 29, 2009

Tiempo de Performance: El Hemisferic Institute y los sponsors de la rebelión de bajo impacto


 

“Y esto, ¿A quién beneficia?” Lenin

Pido disculpas por atribuir con ligereza la financiación del evento "Ciudadanías en escena: performance y política de los derechos culturales" al Estado y la Universidad. No hay tal. El evento es financiado por el Instituto Hemisférico de Performance y Política con sede en Nueva York, que a su vez está financiado por la Fundación Ford y la Rockefeller Brothers Foundation. http://hemisphericinstitute.org/hemi/es/historia

Desde luego el discurso humanitario con el que se presenta el evento en la Universidad Nacional se viste de gala con la retórica antihegemónica que ha convertido la  pandemia verbal y la logorrea de la rebelión, en el lenguaje del arte políticamente maníaco de la contemporaneidad. Sus creadores presentan el evento de ésta manera:

"Titulado "Ciudadanías en escena: performance y política de los derechos culturales", el evento de 10 días invita a investigar los “derechos culturales” y sus complejas relaciones con las ciudadanías tanto en contextos históricos como contemporáneos. Entendemos los derechos culturales como una figura jurídica, como un dispositivo de poder, y como una articulación alrededor de la cual se condensan reivindicaciones, ciudadanías y sujetos. Estos nos permiten investigar la relación entre el performance y la política a través de diversas formas expresivas, categorías de análisis, disciplinas, tradiciones y movimientos. Los derechos culturales necesariamente invocan al Estado, hecho visible por los mismos ciudadanos e instituciones que éste produce, y también resaltan la instrumentalización del ritual, la identidad, la protesta, la guerra y el arte. Nos invitan a explorar el derecho a la identidad y a la interculturalidad; el uso y promoción de los idiomas maternos, idiomas de elección y su hibridación; la formación artística y al acceso a sus expresiones; y el reconocimiento, transmisión, y transformación de la memoria colectiva, entre otros. Los derechos culturales también destacan la enorme brecha entre el discurso jurídico y las vivencias sociales, entre la teoría escrita y las prácticas corporales, y nos impulsan a investigar estas tensiones, antagonismos y asimetrías sociales, y las prácticas y estrategias performativas que artistas, actores sociales, pueblos y estados utilizan para intervenirlas."http://hemisphericinstitute.org/esp/encuentro/colombia_overview.html

La mejor prueba de que toda esta retórica heroica es solo un ataque ritual y por lo tanto inocuo del arte  al Statu Quo - y que el Statu Quo es el más interesado en divulgar dichas formas inocuas de rebelión cultural- es que quienes financian y promocionan sus eventos y los pomposos escándalos mediáticos como los que estamos viendo en éste nuevo evento de la Urgencia, son los agentes hegemónicos. Su manipulación de la cultura, del mundo de la Rebelión no es nada nuevo:

"¿Eran de verdad tan ingenuos esos socialdemócratas anticomunistas como para creer que todos esos Congresos en mansiones de lujo y en hoteles de cinco estrellas en el lago Como, en Paris y en Roma, todas esas costosas exposiciones de arte y esas brillantes revistas eran simples actos voluntarios de filantropía? Tal vez. Pero hasta los más ingenuos deben haberse dado cuenta de que en todos los congresos y revistas el objetivo de la crítica era el "imperialismo soviético" y la "tiranía comunista" y los "apologistas izquierdistas de la dictadura": -a pesar de que era un secreto a voces que EE.UU. intervino para derrocar el gobierno democrático de Arbenz en Guatemala y el régimen de Mossadegh en Irán y que los derechos humanos eran masivamente violados por las dictaduras respaldadas por EE.UU. en Cuba, la República Dominicana, Nicaragua y en otras partes. La "indignación" y las afirmaciones de "inocencia" de muchos intelectuales de izquierda anticomunistas después de que se reveló que fueron miembros de los frentes culturales de la CIA, deben ser tomadas con una buena dosis de cínico escepticismo".  La Fundación Ford y la CIA: un caso documentado de colaboración filantrópica. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=43703


El uso conductista de la imagen subliminal. Basta!

Para quien siga queriendo negar como el avestruz que el Arte Político contemporáneo es el Arte del Capitalismo Corporativo, que el Arte Político es parte esencial de la agenda ideológica y propagandstica del Capitalismo Corporativo y que su llamado a la rebelión es un Minstrel calculado para eternizar los fundamentos del Statu Quo, estas referencias sobre los sponsors del Hemispheric Institute, la institución que financia  evento, pueden hacer luces sobre la categoría del escenario donde se desarrolla el drama.
Una sola cosa ha cambiado desde la creación del Instituto Lingüístico de Verano. Las ideas reaccionarias no se introducen ya a través del Evangelio en lenguas indígenas, maternas, como dice el manifiesto del evento. Hoy en dia esas ideas se introducen - con su sintaxis de "rebelión" - a través del evangelio del Arte Social. Sus actores, sus puppets, llenan los versículos del drama con fingido dolor de plañidera griega. Con sus falsos objetos testimoniales, sus falsas balas que no resisten un peritaje, sus falsas persecuciones, su litros de sangre y lágrimas falsos, su apócrifo pasado de desplazamiento, sus regaños performados  que se mueven gracias a los hilos que mueve el poder hegemónico desde la superestructura educativa de la cual es dueño.

Cuando el artista político aparece, el sistema, Ford y Rockefeller, tiemblan....Pero tiemblan del regocijo de pensar que el mundo cultural y artístico post-comunista funciona como lo habían previsto. Y lo que es aún mas reconfortante: el arte ya no tiene que estar directamente vigilado e intevenido por el poder policial.  Las estrategias educativas y la red neuronal ideológica que diseñó y puso en marcha la CIA durante la Guerra Fría se han reciclado a través de teorías de neutralización de la acción social por la cultura. A partir de las experiencias de la guerra fría, la CIA se dió cuenta de que la mejor y más silenciosa estrategia para neutralizar la revolución marxista era atomizarla creando y finaciando pequeñas y aisladas revoluciones comunitarias culturales a lo largo del planeta, de tal modo que éstas pudieran disfrutar del uso voluptuoso del lenguaje revolucionario sin presentar ninguna amenaza social importante.

De la guerra cultural la contemporaneidad copia las tácticas  de contaminación ideológica y ya no es necesario un agente del estado para implementarlas. Solo se necesitan ahora el curador y el filósofo. Mouffe, Rancière o Bishop. La red intrincada que sigue de ese punto para abajo en la escala, ya funciona sola. A través de las Bienales, los Salones y sobre todo las facultades de Arte y la atractiva noción de "Plástica Social"donde se adoctrina al estudiante - al joven pequeñoburgués lleno de ambición por ascender en la escala social y ser rico, al Pip Pirrip del drama - que la política debe ser ejercida como espectáculo humanitario. Un domingo con los pobres, un Minstrel performático como el que hemos visto en la Nacional y como el que seguiremos viendo en las Bienales y las Urgencias por venir. Porque de esto y para infortunio de un país cuya única posición estética hasta la fecha ha sido la casi nula resistencia para la contaminación ideológica, hay para rato.
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(1)  Sobre los vínculos entre la Fundación Ford y la CIA
Carlos Salazar

Aug 27, 2009

El Arte Politico como Cocaína


buy.art.not.cocaine.

“Los efectos son inmediatos y consisten en una elevación de la autoestima y la confianza en uno mismo, acompañado de una gran locuacidad, excitación (pudiendo llegarse a una irritabilidad extrema). El efecto dura relativamente poco tiempo (unos 30-60 minutos) y, en cuanto empieza a declinar, el sujeto experimenta ansiedad por recibir otra dosis.”
¿Porqué por alguna razón la descripción de los efectos de la cocaína nos recuerda sorprendentemente la de los efectos que el arte produce en los espectadores en éste tipo de eventos? El arte, la droga legal, es distribuída en cambio gratuitamente y es financiada por el Estado y la Universidad. Al igual que la cocaína, realza en quien la consume su yo heróico y le hace creer que es la solución a los problemas de su entorno social. El arte como la cocaína es una droga social y relacional.
Entre distribuir cocaína y distribuir “política” en un festival de performance solo hay una diferencia de tipo moral. Y éste, condenando a aquella, un ejemplo de doble moral e hipocresía. La cocaína fué la droga recreativa de la Era Reagan por excelencia. El Arte Político, incluído el de Bruguera, la droga recreativa de la primera década del siglo XXI, el Mainstream crítico y docente su dealer y las bases políticamente analfabetas a las que éstas dirigen hacia la dictadura de la “Plástica Social” para establecerla como monopolio de mercado, sus víctimas. En el caso de Bruguera afortunadamente el desprestigio proviene del mismo medio que ha propiciado su existencia. Un síntoma de que la nuturaleza circence que el arte ha dado a la política no es un estigma que provenga de críticas exteriores a éste (la “derecha”). El camino hacia su desprestigio pasa por la naturaleza enferma de su propia dependencia y los efectos de su narcosis ideológica. Nadie más tiene la culpa.

Aug 2, 2009

Cuestionario Bellini

salazarcb

Más de diez artistas, críticos y curadores responden semanalmente un único cuestionario sobre arte, política y vida. Hoy, Francesca Bellini le hace estas preguntas a Carlos Salazar el pintor bogotano recibió el primer premio del XXIX Salón Nacional de Artistas y sus obras hacen parte de las colecciones del Banco de la República y el Museo de Arte Moderno de Bogotá.

¿Para qué sirve el arte?

Para confrontar al artista y al espectador con su propio ser. La única noción de conciencia que el arte es capaz de despertar tiene que ver con el ser de cada individuo. Cuando el arte pretende ser vehículo de ideologías colectivas se vuelve religión y en ese sentido es abusado y se convierte en vehículo de abuso.

¿El arte y la política deberían mezclarse?

Hoy en día el arte político es al capitalismo corporativo lo que una vez fue el arte religioso a la Iglesia. Es por eso que muchas corporaciones cuestionadas coleccionan arte político contemporáneo y financian eventos a nivel global. ¿Porqué una corporación como Unilever que explota niños en plantaciones del Hindustán, deforesta miles de hectáreas de bosque para sembrar palma de aceite en Indonesia, recurre a paramilitares en Pakistán o promueve que la piel blanca es mejor en sus comerciales de jabón en Asia, limpia su imagen con arte político antirracista y anticapitalista? Eso nos puede dar una idea de en qué contexto funciona el arte político en nuestros días. El arte político ya no es lo que una vez pretendió ser en los años 60. Está diseñado con base en el principio de Carnegie que dice que un producto se vende mejor si se asocia con una labor social. Su falsa confrontación con el sistema y las instituciones, es puramente ritual. El pecador ya no compra bulas papales como se hacía antiguamente: hoy compra arte político o financia causas sociales para ser absuelto de sus pecados por la sociedad y poder seguir haciendo negocios dudosos tranquilamente.

¿Ha llegado la hora en que los políticos sean reemplazados por los artistas?

Ese fue el sueño de Wagner y Hitler y lo que resultó de ello es bien conocido. Los políticos ya han sido reemplazados por los artistas como propagadores de la idea populista de que la redención social no yace en la redistribución de la riqueza, sino en la conquista de la identidad cultural. Si hace una década la gente moría de hambre, hoy en día muere de hambre con su vestido típico puesto.

¿Cree usted que el arte es una forma válida de activismo?

Aunque en los últimos años se nos ha querido vender la idea demagógica de que existen formas de arte no válidas, toda forma de arte es válida. Desde la pintura en porcelana hasta el happening sindical. Para los artistas que hacen activismo su status como artistas es más importante que cualquier causa y si se acercan al activismo es para promocionarse en el mercado. Por eso nunca hacen activismo de manera anónima. El activismo artístico es hoy en día algo más cercano al espectáculo y al turismo cultural que a la política.

¿Debe haber ética en el arte?

Cuando el arte difunde la moralidad de las castas dominantes que dice atacar, debe ser examinado bajo el lente de la ética. Debemos terminar con la idea romántica de que los artistas son intocables.

¿Qué no es ético en el arte?

Lucrarse con la guerra o las desgracias de los demás.

¿El arte es una forma de lucha?

Mientras el arte no pueda incidir sobre la ley establecida es una forma de lucha inocua, y un mero juego de mercado.

¿Se considera un artista político o un artista crítico?

Me gustaría pensar que soy un ser político y crítico. Ser artista como objetivo es una frivolidad. Cuando una persona se preocupa por “ser” todo lo que haga será arte, desde armar un motor, hasta podar un árbol.

¿Para qué hace su obra?

Alguien tiene que hacerla.

¿Para quién hace su obra?

Una obra que tiene personalidad no tiene que ser dirigida pues es autónoma en el camino que elige recorrer. El espectador es para la obra, más que la obra para el espectador.

¿A qué artistas admira?

Creo que la obra de cada artista deja entrever los artistas que admira y eso en mi caso es bastante obvio. Mi obra es un juego de pistas. Hay artistas que admiro por su persona: Duchamp o Eva Hesse que era un ángel. Dentro del tópico que estamos tocando me interesa mucho la actitud íntegra del artista conceptual Ian Burn quien en lugar de hacer oportunismo político en las galerías o los museos, se fue a trabajar con el movimiento sindical australiano.

¿A quién censuraría si pudiera?

Si pudiera aboliría la censura.

¿Qué le molesta del mundo en el que vivimos?

El mundo está para ser comprendido y transformado, no para ser víctima de él.

¿Tenemos esperanzas de salir del atolladero?

Qué es esa pregunta retórica … ¿El marco conceptual del próximo Salón Nacional o la próxima Bienal de turno?

Jul 12, 2009

Angulo vs. Opazo: La Pelea por la Custodia del "Otro"


Desde la aparición de la noción del “Otro”, una noción religiosa inocua e inofensiva que el capitalismo se inventó para reemplazar la amenazante noción de “clase”, – noción que amenazaba directamente su núcleo, la propiedad privada -, los artistas han luchado en sendas batallas por demostrar quien es verdaderamente su custodio, su dueño. Pero como llegado un punto en que el “Otro” se convirtió en el plato mas apetecido del banquete global del arte, ese cuerpo del “Otro” hubo de ser troceado en mil partes para que las fieras pudieran saciar al menos en parte su hambre. La batalla entre Muriel Angulo y Mario Opazo es una muestra de cuan valioso es el plato más caro en la escena del arte político contemporáneo. Y es el plato más valioso en cuanto que sus ingredientes, el artista héroe, la misericordia que habla como política… son los más apetecidos a la hora de cumplir con la obsesión del arte político: la estetización de los conflictos que amenazan constantemente a su madre el capitalismo. El artista se ha convertido en el distribuidor, en el dealer encargado por el capitalismo de dopar a esos grupos de “Otros” llamados “comunidades”, para neutralizar su capacidad de lucha en el terreno político práctico y lobotomizar su lucha.

Aqui, en Angulo vs. Opazo, Kramer vs. Kramer , tenemos un caso típico, el caso perfecto, el caso pedagógico.

“Ted Kramer (Dustin Hoffman) es un hombre que antepone su trabajo a su familia. Su esposa Joanna (Meryl Streep) no resiste más esta situación y le abandona. Ted se ve ahora ante la necesidad de ocuparse de la casa y, sobre todo, de su pequeño hijo. Después de un tiempo, cuando Ted ya se desenvuelve bien solo, Joanna regresa y reclama la custodia del niño. Sin embargo, Ted no está dispuesto a separarse de su hijo, de manera que Joanna lleva el asunto ante los tribunales, donde deberá decidirse quién de los dos obtendrá la custodia del hijo.”

Por un lado tenemos a una artista, otrora pintora, que entendió que si quería sobrevivir en el mundo de arte debía convertirse en “artista social”; un caso que vemos repetirse cada día en todas partes de manera recurrente. Por el otro, un artista que invocando un supuesto pasado heróico de persecución por una dictadura, nos muestra su certificado nobiliario de víctima que le servirá de pasaporte diplomático ante el mundo curatorial y ante otras víctimas, pero sin ninguna prueba de que ello haya sido cierto. De nuevo como en el caso Hosie estamos al borde de lo apócrifo. Como en otros casos, cada vez más frecuentes y que ya hemos visto aquí, éste artista da por sentado que gracias al tono sentimental de su discurso propositivo,- una mezcla de sociologismo, turismo de investigación, royalty de víctima, prestigio docente, y amigos/cortesanos que cubren sus cuestionados actos -, sus motivos no pueden ni deben ser examinados.

Con su fárrago de “demostraciones” de derecho a la paternidad cada uno publicita su producto…¡Quién pidió pollo!…Y la discusión se convierte en lobby. Saben que hay más de un curador leyendo Esfera Pública. Y cada uno saca su mascota, porque eso es el “Otro” para el arte contemporáneo, una mascota adoptada, -en éste caso lo “árabe” es el pedigree-, e intenta demostrarle al jurado, al curatoriado, al mundo, que su mascota es más fina, más árabe pura sangre. Y es entonces cuando el sociologismo artístico se descubre como lo que es en verdad: mercadeo al desnudo.

¿Y qué pasará con ese “Otro” después del premio? ¿De los 50 millones y la exposición en Londres? Solo será un cuerpo inerte al que se le ha extraído la poca sangre que le quedaba, porque la función del “Otro” no es solo la de decorar el desierto. Es, como en el cuadro de Rousseau, la alternativa de los leones que buscan en el desierto su última oportunidad.


Debate Relacionado >Mario Opazo: Los Expulsados Del Reino De La Imaginación

Artículos relacionados >El Artista y el Otro: descifrando la fenomenología del abuso, El Artista Cortesano / Víctima


Jul 3, 2009

El Artista “crítico” como Mr. Ripley





El arte político colombiano es un mercado de mentiras conmovedoras. Muebles de anticuario que se venden como muebles de víctimas. Ropa y zapatos de las Pulgas que se venden como atuendo de víctimas. Artistas que se inventan un pasado familiar de lucha gaitanista y desplazamiento de violencia y machete. Trabajos de campo en zonas de conflicto que solo son un rumor creado al ritmo de una clase o una fiesta curatorial pero de los cuales no existe la más mínima prueba.

El Arte político colombiano es la apoteosis de la Recolección Apócrifa y la morralla plástica y cuenta con el hecho de que el mercado anglo, como lo suele llamar la cultura tropipop, nunca va a hacer el esfuerzo de comprobar si en realidad los objetos de la violencia lobotomizada por el Cubo Blanco son testigos del dolor y el abuso o son comprados en San Victorino. El mercado anglo no lo quiere saber como el junkie de William Burroughs no quiere saber que tan mortal es la heroína: es su religión. El terror estetizado es el vicio vernáculo del folklore anglosajón desde los celtas y nadie va a lograr quitarles esa jeringa. Ellos también son exóticos solo que nos han cargado el sambenito a nosotros. En el fondo son tribales y poseen gustos tribales aunque posean aviones robotizados que se manejan solos y amarizan si se les da la regalada gana sin avisarle al piloto. Y su fetichización política del arte lo es más que nada. Por eso no quieren pruebas. El mejor amigo de la mentira colectiva es el Tabú y es por eso que el artista político y sus procederes, aún si llegasen a ser una estafa del mercado, no deben ser examinados. El mercado de la cultura sostenido por tabúes tribales premodernos es el origen de la posmodernidad.

Asi, los artistas mas mediocres pero más astutos han comprendido que si quieren colmar su arribismo faústico deben arrastrarse lo más indignamente posible frente a la demanda de la gran Albión por más misericordia hipócrita y mas fantasias de rebelión infantilizadas. Críticos como Clayton Kirking, Marguerite Feitlowitz o Manuel Toledo han diseminado la información de que los objetos del arte político colombiano pertenecieron alguna vez a víctimas. Pero no quieren pruebas. Claro, han sido inoculados con informaciones que por su gran volumen emocional, la tinta del calamar, logran que nadie se atreva, so pena de ser señalado de fascista o envidioso, a comprobar si estamos asistiendo en verdad a un sistema de mentiras o en peor de los casos a una estafa.

Lo de Hosie pudiera bien haber sido una talentosísima acción artística sobre la falsa víctima, lo político apócrifo y lo proclive que es la sociedad del arte a inyectarse regularmente con dosis de misericordia evangélica.

Beatriz Gonzalez, la más grande artista viva en Colombia y la única artista política que nunca vio en ello una forma de lucro, no podía sustraerse porque es su naturaleza. Otra persona hubiera hecho de la carta un lingote de oro en Londres. Lo de Hosie era un excelente performance hasta que nos dimos cuenta que….¡era en serio!. Aprendió, con más aplicación que los demás artistas de exportación de Colombia, cómo habla un pobre, como habla un desplazado, como habla una lavandera. Aprendió el sollozo y lo presentó como un espectáculo mediático. Aprendió como se vende.

Nuestro artista crítico colombiano ya posee el poder suplantador del talentoso Mr. Ripley de Patricia Highsmith y con la inmunidad que le da su encanto de víctima se abre las puertas del gran mundo: “No es ni detective ni policía, sino un estafador que suplanta a sus víctimas,que no se somete a la moral establecida y crea sus propios valores. Al contrario que lo habitual, no es castigado ni atrapado por la policía e inicia un gran ascenso social.”

http://en.wikipedia.org/wiki/The_Talented_Mr._Ripley_(film)

May 1, 2009

Doris Salcedo contra el Statu Quo...¿Todavía?






A propósito de la charla de Doris Salcedo y a raíz de los 5 artículos aparecidos en Esfera Pública "La Crítica como Ritual: Las Grietas de Unilever" recibí múltiples llamadas y comunicados donde me preguntaban - me daban, mejor, cuerda como es usual en Colombia, la tierra de los tímidos - si no era un excelente momento para formularle a la artista algunas preguntas a ese respecto y mi respuesta fue: no asistiré porque es muy temprano; ya conozco sus formulaciones estéticas, y porque estoy seguro que no va a haber ronda de preguntas ni debate. Obviamente es tal el ascendente de la artista y el respeto que genera, que ninguno de mis interlocutores se atreve a salir del clóset respecto a ese tema.  Y en efecto, en la práctica, hubiera perdido el tiempo pues una de las condiciones de la charla fue el blindaje de la artista frente al auditorio. Las preguntas serían por escrito, filtradas por el anfitrión, Victor Laignelet, y no habría un debate de la artista enfrentando al público.
En cuanto al formato de la charla, en efecto no se ve nada nuevo. La serena presentación de Victor Laignelet comienza creando en la audiencia, mediante su lenguaje medio formal, medio estético, medio político (veleidad nueva en él), un clima de emoción contenida que gracias a lo modulado de su voz, sabemos jamás caerá en la vulgaridad de la arenga. Nos habla, como quien estrena en efecto conceptos 'políticos', de la tolerancia cultural y como era previsible, de la omnipresente Memoria. Del pensamiento crítico unido al inconsciente y a la poesía. Hasta que nos flecha con los dardos mágicos de Thor al revelarnos que estamos asistiendo a un espacio místico en el que residirá, por una hora, el geist anti-Statu Quo. La presentación se tiñe entonces como en los viejos tiempos, de  politikspiel. El arte contemporáneo 'se trata de desafiar al poder'. La misión que nos llama requiere de coraje, de riesgo. La destrucción es inevitable. Detrás del presentador parecen flotar los espíritus de un Walhala donde los guerreros recitan de memoria los textos de Carl Schmitt, Laclau y Mouffe, caros a la artista. Laignelet, como el pastor bautista, ha logrado crear el clima de entusiasmo adecuado, y el público se encuentra preparado para vivir a quien encarna ese geist prometéico que ha logrado robar, por y para todos nosotros, el fuego al Statu Quo.
Y no quedaremos decepcionados. El discurso de la artista será un verdadero decálogo en tono de letanía toráica; no tanto sobre lo que todo (palabra cara a la artista) artista debe hacer, sino de lo que todo artista debe decir para colmar las espectativas de la estética de mercado anglosajona de lo sublime. Por el tono hilado pero presuroso podríamos deducir que es un discurso aprendido según los puntos principales de la teoría posmoderna de lo político: no encontramos nada más allá de Rancière, Schmitt, Lévinas, Agamben y Mouffe. Tiene todas las características, quién lo creyera, de una letanía de obediencia. Todo modulado bajo esa cadencia de seguridad religiosa que nos advierte contra cuestionar la autoridad que el prestigio y el apoyo del mainstream burgués liberal le han dado. Es por eso que la comunidad artística en Colombia la cuestiona soterradamente y algunos sus miembros son los que llaman o escriben para que alguien, en nombre suyo, yo, Sir Gawain, lo haga. Tienen físico miedo. Algunos la envidian, otros la aman. Para otros como yo, mas allá de su vida o su obra, ella es solo el ejemplo que eventualmente puede echar por tierra la tesis infame de que existe un arte que está contra el Statu Quo y otro que no. Nada más que eso. Doris Salcedo es solo un caso en términos freudianos.
Pero no es extraño. Ese es el precio y el retorno, el feedback de las implicaciones de un trabajo prestigioso y la artista lo tiene que padecer. Y parte de ese prestigio viene de su tono, el tono con el que expone lo que ha aprendido y al que el mundo se expone, de nuevo, una vez más. Es el mismo discurso de su conocida entrevista con Charles Merewether de 1998. Así, más que una charla, un plato conceptual nuevo, el evento se convierte en una clínica, en un curso rápido de lo que el centro quiere oír de la periferia. Su disfrute estético de lo que es terrorífico y de lo que es el Otro como víctima (Burke). Presenciamos una vez más todos los lugares comunes del discurso de mercado del arte político corporativo. Entonces son previsibles en su exposición los pocos tópicos  a los cuales debe recurrir quien quiera seducir al mainstream, como la artista admirablemente lo ha hecho. Dichos tópicos son:
1.- El del artista héroe que se enfrenta a mil obstáculos a través de un sendero poblado de monstruos y que solo para él no es imposible de transitar. El artista recorre ese camino para acceder a la verdad y para mantenerse puro y virginal (Parsifal).
2.- La obra del artista debe estar, como la epopeya del héroe mítico, asimilada a la justicia y a la recomposición del mundo. (Hércules)
3.- El artista "reside en el corazón de la catástrofe" (sic). Recordemos que el gusto anglosajón por lo placentero que hay en  lo terrorífico  no es reciente y es el núcleo conceptual de su mercado:
"The Alps fill the mind with an agreeable kind of horror"Joseph Addison. Remarks on Several Parts of Italy. 1699.
4.- El artista héroe "vive con la guerra en las puertas de su residencia". (Aquiles)
5.- El artista héroe ya no pertenece a una clase social (Rancière), con los intereses que le incumben. Ahora es el vocero revisionista de una "comunidad" limitada, "invisible y residual" que le "encarga" ser su voz. (Herder, Grimm, Wagner, Tell, el héroe del cantón).
6.- Con el pretexto de la impermeabilización de lo "aurático", el artista héroe en su pureza (Parsifal) desarrolla su trabajo vicario sin tener contacto físico con la guerra o la víctima. El objetó artístico es, hasta que no se demuestre lo contrario, apócrifo. No sabemos si - como lo afirma la artista informando a sus curadores y coleccionistas en todo el mundo - los zapatos de "Atrabiliarios", las Camisas, los Cabellos etc. son de víctimas reales y si la artista realizó previamente un trabajo de campo con familiares de víctimas pues no conocemos testimonios fílmicos o grabados del hecho, o si simplemente los adquirió en anticuarios o salones de belleza. Pero el trazo forense de la proveniencia de los objetos o las 'entrevistas' con 'victimas' no necesariamente debe ser algo que tenga y por sobre todo que quiera saber el curador, el espectador, el museo, el coleccionista, o en general el mercado. Nadie que posea la reliquia de un santo se atreve a aventurarse por un camino de investigación forense, como sucede como los cadaveres de santos que pueblan las iglesias alemanas. La verdad dejaría a quien compro por una gran suma la reliquia, no solo huérfano del encantamiento del objeto mágico, sino enganado mercantilmente hablando. El objeto debe ser un pedazo, un menique del dolor, que produce a su propietario el goce de la "verdad".
Lo placentero en la contemplación del dolor, hábilmente escondido esta vez en el motivo político, tampoco es nuevo en la estética anglosajona que aprecia las reliquias de Salcedo:
"The passions which concern self-preservation turn mostly on pain or danger, and whatever is fitted in any way to excite the ideas of pain and danger, or operates in a manner analogous to terror, is a source of the sublime, and is productive of the strongest emotion which the mind is capable of feeling." Edmund Burke. Sublime and Beautiful. 1757
7.- El artista héroe oculta, con el fin de mantener su pureza virginal (Parsifal), los lazos que lo unen al mercado. Su cliente es la víctima, su reliquia es la voz de la victima. La venta por precios exorbitantes solo nace de la impotencia frente a los juegos de oferta y demanda de Leviatán.
8.- El artista héroe "vive peligrosamente". El arte ha tomado del deporte la noción de "extremo" y el artista se asimila a un nuevo tipo de héroe: el héroe televisivo extremo.
9.- El artista héroe, mediante la memoria, no solo habla de eventos traumaticos presentes y nacionales sino que hace suyos eventos traumáticos pasados y exteriores: Auschwitz, Guantánamo, Abu Grahib, Ruanda. Los mecanismos de expansión corporativa de mercado se ocultan tras la solidaridad estética con las victimas del mundo entero en todos los tiempos. El artista héroe entonces se internacionaliza convirtiéndose en héroe cosmopolita (Superman).
10.- El artista héroe es periférico: Salcedo, Jaar, etc.  o adoptado por la periferia (Sierra, Alys).
Siendo el arte contemporáneo una transferencia formal y conceptual del exotismo victoriano, la  misión del artista es exhibir al Otro, pero fundamentalmente exhibirse a si mismo como Otro. No ya en las vitrinas de un Jardín de Plantas sino en el Cubo Blanco. El pudor que acompañó una vez al artista de la modernidad ya no es posible. Puede no haber vencido todos los obstáculos en medio de su viaje épico pero venció el pudor poscolonial de exhibirse en la Feria Universal de Arte como un Otro auténtico, fresco y listo para llevar.


Como era de prever, la charla finaliza en medio de un ambiente casi militante que el presentador comenzó a crear y que la artista con su presencia isabelesca nunca dejó caer en lo proletario de un mitin cokney.
Una cascada atronadora de aplausos celebra los 42 minutos en que el Geist de la guerra contra el Statu Quo se apoderó del espacio místico político y bendijo a los fieles.
Y viene la ronda de preguntas. Pero he aquí que las preguntas, como dijimos, no las hace directamente el público. El presentador ha blindado a través de un filtro a la artista de cualquier pregunta que pudiera importunarle o amenazar el aura granítica de su presencia, y recibe las preguntas en papeles. No sabemos cuantas preguntas le fueron pasadas a Victor Laignelet, pero suponemos que las atesorara en los archivos que la universidad guardará de la charla. Las preguntas elegidas además tienen que ser respondidas en 14 minutos. A correr. No se puede perder el partido en el tiempo de descuento como le sucedió al Bayern contra el Manchester en la final de la Champions en el 99. Doble línea de cuatro y a defenderse.
Hay una pregunta sobre materiales animales, otra sobre la perdurabilidad, una más sobre la memoria, con una respuesta que nos recuerda de nuevo la misión vicaria del artista como chamán. Salcedo, percibiendo en el camino del entusiasmo que su  respuesta esta siendo levemente arrogante, la artista pedalea un poco para atrás y suaviza con un poco de agua de la humildad su envoi final. Victor elige en seguida una pregunta sobre la "ausencia de poder" (sic) que invita a la artista a evocar dubitativamente al "enemigo" de Carl Schmitt y a hablar de la bestialización humana. Algo asi.
En seguida es elegida una pregunta que ha tenido la fortuna de ser escogida por su candidez provinciana y que por esa misma razón eleva el aura heroica de la artista. "Y porque entonces no vive en Colombia, el Corazon de la Catastrofe?" Hey! Aguante ahí:
 ¡Salcedo vive en Colombia! ¡Eso es como vivir en el París ocupado de 1942! ¡Picasso no se fue! Tuvo que aguantarse ser importunado por los alemanes que le ofrecieron una lena que un español, obviamente, no necesitaba. 
Un murmullo como una cascada alpina de Addison retumba en la sala.
Una pregunta, mejor un parte de contrainteligencia universitaria, vuela acusando a un cierto artista de la universidad de tener consanguinidad paramilitar (sic). En su papel de vehículo de la convivencia, la artista - haciéndole el juego al cobarde anónimo -  le recomienda, con tono dubitativo, un libro al fugitivo. No los Salmos. La charla por un momento se tiñe de tribunal. La artista lo percibe y nos dice de pronto, anulando lo dicho, que no sabe la respuesta a tremendo conundrum juvenil.
Finalmente es sacado el papelito redentor de "si el arte es político". Algo que suena a banquete. La respuesta la da el alma de Chantal Mouffe en un ejercicio poco menos que espiritista. El arte es político porque o está contra el Status (sic) Quo y, existen dos clases de arte: uno que está contra el Status (sic) Quo y otro que está a favor del Status (sic) Quo etc.
Y de pronto, en ese punto, en la mejor parte, cuando ya podía surgir el debate sobre el arte contra el Statu Quo colaboracionista...se terminó el tiempo. Final, no va más. Hora de la merienda como en el Congreso. ¿Qué sucedió? ¿Qué pregunta tocó en ese momento las puertas del destino del preguntador? ¿Acaso alguna que preguntara a la artista en cual de las dos clases se ubica ella misma y su obra? ¿O si podría hacer una doble lista de quiénes a su modo de ver, schmittianamente, llenarían las listas "enemigas"?
Pero es cierto. Mejor así. Hay temas, como si el de la relación de la artista con Unilever, el mecenas con el pasado y presente más oscuro que corporación alguna pueda tener hoy en día y que financió su Grieta del Turbine Hall, la ubicaría en contra o a favor del Statu Quo. Desde los vínculos con los nazis que la artista no puede oír nombrar, http://www.newint.org/issue172/keynote.htm, hasta los vínculos con paramilitares y el arrasamiento de provincias enteras para sembrar palma aceitera en Indonesia o Borneo. Malos, pero  lejos... Eso, definitivamente merece algo más que un minuto y posiblemente el despertar de una Medusa que corre afanosa e indignada hacia la puerta del auditorio.
Y si. Tendrá que haber un momento en el que Doris tendrá que dar un debate a ese respecto sin los anillos de seguridad que le proveen su prestigio, su aura intimidante y el sistema institucional que la rodea y hablar a través de su ser real. La invitación es pública y queda hecha.


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La demagogia como estrategia publicitaria (en contra) del Statu QuoPrintE-mail

Relato de un site-specific

La política existe para debatir los problemas nacionales y para escoger entre soluciones alternativas. Pero la política colombiana parece hecha para evadir las discusiones de fondo y para esconder las salidas alternativas. Por eso la nuestra es una sociedad bloqueada, cuya historia política refleja pero no resuelve las enormes tensiones que padecemos.

(…) Nuestros políticos compiten sobre la base de dos grandes prácticas: el clientelismo y la demagogia. Una funciona porque en Colombia abunda la pobreza y la otra funciona porque en Colombia abunda la exclusión. Y sin embargo la pobreza y la exclusión no son objetos del debate político.

Hernando Gómez Buendía[1]

Carlos Salazar, en “Doris Salcedo contra el Statu Quo…¿todavía?”[2], narra cómo se dispone un eventoespectacular ante un numeroso público devoto a la construcción de una imagen institucional de cambio y esperanza, deflagrada con la presencia de la artista “política” de Colombia más representativa a nivel nacional e internacional —como bien podría oírse en boca de un presentador colombiano de televisión—.

Salazar destaca los siguientes aspectos del trabajo y la intención de Doris Salcedo, que entre otras cosas, no escandalizarían si no se propusieran más que desde su incidencia en el campo estético de la escultura, sin ninguna pretensión política:

1. El temor del colombiano a expresar públicamente su parecer de algo desproporcionado ante una figura de poder, por las represalias sociales que esto acarrea, develando un circuito enrarecido y medroso.
2. El polite tono, tanto de la charla amparada en un elenco de referentes teóricos que argumentan un discurso sobre lo político, como del presentador, de la invitada y hasta del clima que se logró entre el público.

3. Sentar el papel del artista “político” desde la psiquis del mismo —en cuanto héroe— más que como un agente detonador de posibilidades de transformación en un circuito/contexto dado.

4. Definir una obra “política” mediante la producción de objetos que, resultantes del análisis de una situación “representan una temática”; y en contravía a los intereses que se exponen, están pensados para circular en lo más convencional del circuito artístico, que se soporta en la idea de arte como mercancía, para finalmente robustecer contextos implicados en mecanismos de opresión y explotación.

5. Utilizar el circuito artístico como un medio que, en simbiosis con la obra, reafirma los contextos a los que dice querer antagonizar, más que como un sustrato que se pueda reinventar y contaminar, como estrategia antagónica al Statu Quo.

Revisando estos puntos, se evidencian dos variables con intenciones similares: “el evento y la artista”; ambas instrumentalizan la práctica artística disfrazada de un tono militante de salvación de clases oprimidas por sistemas dominantes, para terminar reforzándolos.

No hay que ser muy sagaz para entender los efectos políticos de la obra de ésta artista, que antes de resolver en alguna medida lo referente a las víctimas de la violencia por el conflicto colombiano, resuelve aspectos financieros de las partes que se involucran en su circulación; tampoco hace falta ser muy perspicaz para entender la intención institucional al realizar éste espectáculo, en aras de rezurcir una imagen deteriorada por abusos de poder, engaño y precarización. Es interesante la convergencia de dos intenciones con particularidades tan similares. Un perfecto site-specific.

“Hacer referencia”, “señalar”, “marcar”, “evocar” o “expresar”; así construye Salcedo su papel como artista, como se constata en el video institucional, que abre y cierra con la misma frase: ofrecer y dedicar “toda” su obra, a las víctimas del conflicto colombiano. Si hay intención política en esto, sería una forma romántica y sedentaria de intentar resolver en alguna medida un problema tan profundo, del cual algunos se lucran.

Parece ser que sigue asumiéndose una historia política que en una dinámica de la apariencia busca, en palabras de Gómez Buendía, “reflejar” pero no “resolver”.

Jimena Andrade.

Bogotá, Noviembre de 2009.



[1] Gómez Buendía, H. (2009). Un país bloqueado. Por qué en Colombia sale sobrando la política. [en línea]. Bogotá: Razón Pública. Disponible en: http://www.razonpublica.org.co/?p=1439 [2009, 6 de Marzo].

[2] Salazar, Carlos. (2009). Doris Salcedo contra el Statu Quo…¿todavía? [en línea]. Esfera Pública. Disponible en:http://esferapublica.org/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=951&Itemid=1 [2009, 7 de Octubre].


Doris Salcedo habla sobre su obra

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Audio de la conferencia de Doris Salcedo en el Auditorio Fabio Lozano de la Universidad Tadeo Lozano, inicia con unas palabras de Víctor Laignelet -Director del Programa de Bellas Artes- continúa Doris Salcedo y cierra con preguntas de los estudiantes, a quienes la artista dedicó esta conferencia sobre su obra.

(Se recomienda escuchar con audífonos)

Doris Salcedo, la Tadeo y la política

Para los miembros de la comunidad artística y universitaria de Bogotá es bien conocido que la Tadeo pasó por una profunda crisis institucional en los últimos años. Con la conferencia de Doris Salcedo se evidencian cambios positivos. Aunque Víctor Laignelet no cumple un año en la dirección de la facultad de Bellas Artes de la mencionada universidad, el clima de zozobra y el desacuerdo frontal con la gestión de sus directivas son cosa del pasado.

También queda claro que así el tema de lo político (según Mouffe y Ranciere) en el arte es cuestión de debate, se requiere de una actitud política para cambiar el estado de cosas. En este orden de ideas, el hecho mismo de que la artista -graduada de la Tadeo- decida aceptar la invitación a dar allí una conferencia, constituye a todas luces un gestopolítico que respalda los cambios impulsados por los miembros de esta comunidad académica.

Como lo señala Laignelet, esta revisión del programa está en curso y todavía falta mucho por hacer. De todas formas queda claro que cuenta con un amplio respaldo y un sólido capital político, pues además de lograr que su colega y amiga regresara al Alma Máter, demostró que las cosas están cambiando y van por buen camino.

Enhorabuena comunidad de la Tadeo!

Gabriel E. Merchán

Doris Salcedo contra el Statu Quo…¿todavía?

A propósito de la charla de Doris Salcedo y a raíz de los 5 artículos aparecidos en Esfera Pública “La Crítica como Ritual: Las Grietas de Unilever” recibí múltiples llamadas y comunicados donde me preguntaban (me daban, mejor, cuerda como es usual en Colombia, la tierra de los tímidos) si no era un excelente momento para formularle a la artista algunas preguntas a ese respecto y mi respuesta fue: no asistiré porque es muy temprano, ya conozco sus formulaciones estéticas y porque estoy seguro que no va a haber ronda de preguntas ni debate. Obviamente es tal el ascendente de la artista y el respeto que genera, que ninguno de mis interlocutores se atreve a salir del clóset respecto a ese tema. Y en efecto, en la práctica, hubiera perdido el tiempo pues una de las condiciones de la charla fue el blindaje de la artista frente al auditorio. Las preguntas serían por escrito, filtradas por el anfitrión y no habría un debate de la artista enfrentando al público.

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En cuanto al formato de la charla, en efecto no se ve nada nuevo. La serena presentación de Victor Laignelet comienza creando en la audiencia mediante su lenguaje medio formal, medio estético, medio político, un clima de emoción contenida que gracias a lo modulado de su voz, sabemos jamás caerá en la vulgaridad de la arenga. Nos habla, como quien estrena conceptos políticos, de la tolerancia cultural y como era previsible, de la memoria. Del pensamiento crítico unido al inconsciente y a la poesía. Hasta que nos flecha con los dardos mágicos de Thor al revelarnos que estamos asistiendo a un espacio místico en el que residirá, por una hora, el geist anti-Statu Quo. La presentación se tiñe entonces como en los viejos tiempos, de politikspiel. El arte contemporáneo se trata de desafiar al poder. La misión que nos llama requiere de coraje, de riesgo. La destrucción es inevitable. Detrás del presentador parecen flotar los espíritus de un Walhala donde los guerreros recitan de memoria los textos de Carl Schmitt, Laclau y Mouffe caros a la artista. Ha logrado crear el clima de entusiasmo adecuado y el público se encuentra preparado para vivir a quien encarna ese geist prometéico que ha logrado robar por todos nosotros el fuego al Statu Quo.

Y no quedaremos decepcionados. El discurso de la artista será un verdadero decálogo en tono de letanía toráica, no tanto de lo que un artista debe hacer, sino de lo que todo artista debe decir para colmar las espectativas de la estética de mercado anglosajona de lo sublime. Por el tono hilado pero presuroso podríamos deducir que es un discurso aprendido según los puntos principales de la teoría posmoderna de lo político: no encontramos nada más allá de Rancière, Schmitt, Lévinas, Agamben y Mouffe. Tiene todas las características, quién lo creyera, de un discurso de obediencia. Todo bajo esa cadencia de seguridad religiosa que nos advierte contra cuestionar la autoridad que el prestigio y el apoyo del mainstream burgués liberal le han dado. Es por eso que la comunidad artística en Colombia la cuestiona soterradamente y algunos de ellos son los que llaman o escriben para que alguien, en nombre suyo, lo haga. Tienen físico miedo. Algunos la envidian, otros la aman. Para otros como yo, mas allá de su vida o su obra, ella es solo el ejemplo que eventualmente puede echar por tierra la tesis infame de que existe un arte que está contra el Statu Quo y otro que no. Nada más que eso.

Pero no es extraño. Ese es el precio y el retorno, el feed back de las implicaciones de un trabajo prestigioso y la artista lo tiene que padecer. Y parte de ese prestigio viene de su tono, el tono con el que expone lo que ha aprendido y al que el mundo se expone, de nuevo, una vez más. Es el mismo discurso de su conocida entrevista con Charles Merewether de 1998. Así, más que una charla, un plato conceptual nuevo, el evento se convierte en una clínica, en un curso rápido de lo que el centro quiere oír de la periferia. Su disfrute estético de lo que es terrorífico y del Otro como víctima (Burke). Presenciamos una vez más todos los lugares comunes del discurso de mercado del arte político corporativo. Entonces son previsibles en su exposición los pocos tópicos a los cuales debe recurrir quien quiera seducir al mainstream como la artista admirablemente lo ha hecho:

1.- El del artista héroe que se enfrenta a mil obstáculos a través de un sendero poblado de monstruos y que solo para él no es imposible. El artista recorre ese camino para acceder a la verdad y para mantenerse puro y virginal (Parsifal).

2.- La obra del artista debe estar, como en la del héroe mítico, asimilada a la justicia y a la recomposición del mundo. (Hércules)

3.- El artista “reside” en el corazón de la catástrofe. Recordemos que el gusto anglosajón por lo placentero que hay en lo terrorífico no es reciente y es el núcleo conceptual de su mercado: “The Alps fill the mind with an agreeable kind of horror” Joseph Addison. 1699. Remarks on Several Parts of Italy

4.- El artista héroe “vive con la guerra en las puertas de su casa”. (Aquiles)

5.- El artista héroe ya no pertenece a una clase social (Rancière) con los intereses que le incumben. Ahora es el vocero revisionista de una “comunidad” limitada, “invisible y residual” que le “encarga” ser su voz. (Herder, Grimm, Wagner, Tell el héroe del cantón).

6.- Con el pretexto de la impermeabilización de lo “aurático”, el artista héroe en su pureza (Parsifal) desarrolla su trabajo vicario sin tener contacto físico con la guerra o la víctima. El objetó artístico podría ser apócrifo (no sabemos si realmente los zapatos de “Atrabiliarios” son de víctimas reales y si la artista realizó previamente un trabajo de campo con familiares de víctimas pues no conocemos pruebas de ello), pero eso no necesariamente debe ser algo que sepa el espectador o el mercado. El objeto debe ser un vehículo del dolor. Lo placentero en la contemplación del dolor, hábilmente escondido en el motivo político, tampoco es nuevo en la estética anglosajona:

“The passions which concern self-preservation turn mostly on pain or danger, and whatever is fitted in any way to excite the ideas of pain and danger, or operates in a manner analogous to terror, is a source of the sublime, and is productive of the strongest emotion which the mind is capable of feeling.” Edmund Burke. Sublime and Beautiful. 1757

7.- El artista héroe oculta, con el fin de mantener su pureza virginal (Parsifal), los lazos que lo unen al mercado. Su cliente es la víctima.

8.- El artista héroe “vive peligrosamente”. El arte ha tomado del deporte la noción de “extremo” y el artista se asimila a un nuevo tipo de héroe: el héroe televisivo extremo.

9.- El artista héroe, mediante la memoria, no solo habla por eventos presentes y nacionales sino que hace suyos eventos traumáticos del pasado y eventos exteriores (Auschwitz, Guantánamo, Abu Grahib, Ruanda). Los mecanismos de expansión corporativa de mercado se ocultan tras la solidaridad estética. El artista héroe se internacionaliza convirtiéndose en superhéroe.

10.- El artista héroe es periférico (Salcedo, Jaar) o adoptado por la periferia (Sierra). Siendo el arte contemporáneo una transferencia formal y conceptual del exotismo victoriano, la misión del artista es exhibir al Otro, pero fundamentalmente exhibirse a si mismo como Otro, no ya en las vitrinas de un Jardín de Plantas sino en el Cubo Blanco. El pudor que acompañó una vez al artista de la modernidad ya no es posible. Puede no haber vencido todos los obstáculos en medio de su viaje épico pero venció el pudor poscolonial de exhibirse como un Otro auténtico, fresco y listo para llevar.

Et cetéra(…)

Como era de prever, la charla finaliza en medio de un ambiente casi militante que el presentador comenzó a crear y que la artista elegantemente nunca dejó caer en el mitin. Una cascada atronadora de aplausos celebra los 42 minutos en que elGeist de la guerra contra el Statu Quo se apoderó del espacio místico político y bendijo a los fieles.

Y viene la ronda de preguntas. Pero he aquí que las preguntas, como dijimos, no las hace directamente el público. El presentador ha blindado a través de un filtro a la artista de cualquier pregunta que pudiera importunarle o amenazar el aura granítica de su presencia y recibe las preguntas en papeles. No sabemos cuantas preguntas le fueron pasadas a Victor Laignelet pero suponemos que las tiene en los archivos que la universidad guardará de la charla. Las preguntas elegidas además tienen que ser respondidas en 14 minutos. A correr. No se puede perder el partido en el tiempo de descuento como le sucedió al Bayern contra el Manchester en la final de la Champions en el 99. Doble línea de cuatro y a defenderse.

Hay una pregunta sobre materiales animales, otra sobre la perdurabilidad, una más sobre la memoria con una respuesta que nos recuerda de nuevo la misión vicaria del artista como chamán pero que percibiendo que es una respuesta levemente arrogante, la artista suaviza con un poco de agua de la humildad. Victor elige en seguida una pregunta sobre la “ausencia de poder” (sic) que invita a la artista a evocar dubitativamente al “enemigo” de Carl Schmitt y a hablar de la bestialización humana.

En seguida es elegida una pregunta que ha tenido la fortuna de ser escogida por su estupidez y que por esa misma razón eleva el aura heroica de la artista. ¡Ella vive en Colombia! ¡Eso es como vivir en el Paris ocupado de 1942! ¡Picasso no se fue !… Un murmullo como una cascada alpina de Addison retumba en la sala.

Una pregunta, cobarde por anónima,vuela acusando a un artista de la universidad de tener consanguinidad paramilitar. En su papel de vehículo la artista, haciéndole el juego al cobarde anónimo le recomienda, con tono dubitativo, un libro al acusado. La charla por un momento se tiñe de tribunal. La artista lo percibe y nos dice de pronto, anulando lo dicho, que no sabe la respuesta. Si pero no. No fue gol. Pegó en la raya.

Finalmente es sacado el papelito redentor de si el arte es político. La respuesta la da el alma de Chantal Mouffe en un ejercicio poco menos que espiritista. El arte es político porque está contra el Status (sic) Quo y existen dos clases de arte: uno que está contra el Status (sic) Quo y otro que está a favor del Status (sic) Quo.

Y de pronto, en ese punto, en la mejor parte, cuando ya podía surgir el debate sobre el arte colaboracionista…se terminó el tiempo. Final, no va más. Hora de la merienda como en el congreso. ¿Qué sucedió? ¿Qué pregunta tocó en ese momento las puertas del destino del preguntador? ¿Acaso alguna que preguntara a la artista en cual de las dos clases se ubica ella misma y su obra? ¿O si podría hacer una doble lista de quiénes a su modo de ver, schmittianamente, llenarían las listas “enemigas”?

Pero es cierto. Mejor así. Hay temas, como si el de la relación de la artista con Unilever, el mecenas con el pasado y presente más oscuro que corporación alguna pueda tener hoy en día y que financió su Grieta del Turbine Hall, la ubicaría en contra o a favor del Statu Quo. Desde sus vínculos con los nazis que la artista no puede oír nombrar,http://www.newint.org/issue172/keynote.htm, hasta sus vinculos con paramilitares y el arrasamiento de provincias enteras para sembrar palma aceitera en Indonesia o Borneo. Son malos pero lejos… Eso, definitivamente merece algo más que un minuto y posiblemente el despertar de una Medusa que corre afanosa e indignada hacia la puerta del auditorio.

Y si. Tendrá que haber un momento en el que Doris tendrá que dar un debate a ese respecto sin los anillos de seguridad que le proveen su prestigio, su aura intimidante y el sistema institucional que la rodea y hablar a través de su ser real. La invitación es pública y queda hecha.

Carlos Salazar

La Crítica como Ritual. Las Grietas de Unilever. 5 partes en http://esferapublica.org/portal/index.php?option=com_content&task=category&sectionid=5&id=44&Itemid=79

El Milenarismo de Doris Salcedo: sus debilidades teóricas

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Durante los años sesentas del siglo XX, algunos artistas anglosajones lograron crear e imponer las condiciones teóricas y prácticas del devenir del pensamiento artístico; su pensamiento constituyó el gusto de la época, la nuestra, la que hemos articulado bajo la denominación Arte Contemporáneo. Éste fue su gran mérito. Doris Salcedo emula esta manera de concebir el despliegue de las prácticas artistas en una sociedad; su charla con los estudiantes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, su casa, evidencian esta manera de pensar. Contrario a lo manifestado en la respuesta a la última pregunta que le fue planteada por el auditorio, la introducción teórica previa a la presentación de sus obras más importantes determina su interpretación, así el manejo de los conceptos sea ambiguo e impreciso. En este orden de ideas fue mucho más interesante el momento de presentación de su obra que aquel dedicado a exponer un marco teórico innecesario.

La ovación académica llama la atención de quien no se afana-por o ufana de ser actual, de quien no tiene prisa por entregarse al aplauso generalizado. El observador inactual supone que se trataron asuntos importantes, desea esclarecer este conocimiento y se pone a la sombra del aplauso, pues, le preocupa el unanimismo académico, los ¡bravo! operáticos. Tampoco duda de los aportes de Salcedo al escenario plástico internacional, no digo que al nacional porque, a diferencia del pensamiento unanimista, no creo que la pregunta que le fue formulada respecto a si vivía en Colombia o hablaba a través de citas o intermediarios, haya sido ingenua, mucho menos estúpida. Al contrario, es la menos pobre de las preguntas que le fueron formuladas, y quizá la responsabilidad no sea sólo de los estudiantes. La pregunta que suscitó sonrisas falsamente comprensivas, nos sirve para pensar qué es vivir en Colombia. Yo creo que a eso apuntaba la pregunta, es cierto, quizá de manera no explicita. Vivir es estar con otros, es habitarlos, es dialogarlos, es donar presencia. Quien formuló la pregunta tenía la percepción de que Salcedo no vive en Colombia, porque no tenía evidencia de que habitara nuestro país, porque con seguridad siempre encontró su nombre asociado a Londres o a otra capital coleccionista, nunca asociado a un evento artístico nacional. Salcedo ha dado un primer paso para demostrar que vive en Colombia, para reconfigurar en el imaginario plástico de nuestro país su ausencia en nuestro medio. El siguiente será mostrar su obra a todas esas víctimas de guerra que tanto le interesan. Salcedo habla de que el arte es paradójico. No le falta razón. Afirma que su obra va dirigida a las víctimas de guerra, pero que, no obstante, en el camino de obstáculos del que habla, en ese olvidarse de sí mismo que recoge de Celán, se desvía y la dirige hacia los museos de los victimarios. Esta es una tensión de la cual no habló la artista.

Pensar artísticamente bajo el predominio previo de un conjunto de ideas y teorías corre el riesgo de desplazar la práctica artística en favor de la práctica discursiva. Ésto no es un problema, es una posibilidad de pensar que abrieron los artistas arriba mencionados. No obstante, al asumir esta práctica se incorporan dinámicas y estrategias discursivas que le exigen claridad argumentativa al artista. No es el caso, cuando el pensamiento opta por el énfasis plástico, por lo poético. El pensamiento del artista se articula en metáforas, principalmente. Lo poético no se explica, no puede haber explicación de una metáfora viva, asunto que tiene claro Salcedo. Pienso ahora en la instalación de Rafael Gómezbarros en la Galería Alonso Garcés. En sus estudios sobre las violencias, las teorías estorban, así sean mínimas. Con su consentimiento, hasta con complicidad, las obras de Salcedo han sido sometidas a explicaciones que depotencian su pensamiento.

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Salcedo planteó que su obra gira en torno a lo inhumano, que la violencia política ánima su pensamiento, que esta situación motiva las metáforas que construye. No ha pensado que esta construcción es imposible, así todos y todas la repitamos. Relacionar la política con la violencia es imposible, como igual de monstruoso es exigirle eficacia pragmática a la poesía. Para justificar esta idea de lo inhumano como objeto de su trabajo artístico, antes ya había citado las reflexiones de Paul Celán en torno al poeta Georg Büchner: el artista debe ser como una cabeza de medusa para atraer y atrapar, para elaborar y congelar el instante en que acontece la belleza y reunir a la gente en torno a ella. Celán considera esta actividad inhumana porque trasciende las posibilidades que tenemos los seres humanos, estas destrezas vuelven inhumanos a los artistas. Muestra que los artistas tienen la posibilidad de retener lo que a los demás mortales, víctimas de una u otra manera de las otras guerras del capital de las que pocos artistas hablan, nos pasa por desapercibido o se nos escapa. Los artistas logran lo imposible: reunir en torno a su pensamiento lo que es inreunible: hombres y mujeres ansiosos de animalidad, de geografía, babeantes de crueldad.

Las experiencias de guerra son una preocupación constante en el pensamiento de Salcedo. La guerra disemina, nos vuelve traidores de la belleza, de la posibilidad de habitar con otros, de hacer presencia real con otros. Sus obras parten de los testimonios de las víctimas, bajo la reserva de que deben dejar intacta a la víctima. No hay riesgo de contagio. Como médico social, su obra señala un mal, no pretende hablar con las víctimas. La artista construye su argumento con base en una idea de Levinás: la víctima no sólo es colaborador y vecino de nuestro trabajo de expresión cultural, o cliente de nuestra producción artística, sino que es nuestro interlocutor. La víctima es aquel a quien la expresión expresa, y a quien la celebración celebra, y es tanto el término de esta orientación, como su significación. La cita de Levinás contradice la idea de que hay que dejar intacta la víctima. Si la víctima es nuestro interlocutor y si interlocutar es dialogar, si dialogar es la posibilidad de transformarnos a través de la conversación, y si Levinás tiene razón cuando afirma que la persona que expresa el artista es sentido, entonces, la víctima se transforma tanto como nos transformamos nosotros, sus interlocutores. Otra cosa es interrogarnos sobre si Levinas tiene razón: ¿es legítimo considerar como nuestro interlocutor a una víctima que ha pasado por todo tipo de violencias? ¿Su fragilidad física o psicológica no lo vuelve vulnerable ante el asedio del artista solidario obsesionado con sacar el sufrimiento privado al campo público?

doris-salcedo-en-estambul3Salcedo habló mucho del arte como acontecimiento; la topografía de guerra llevada a la Bienal de Estambul en 2003 fue construida con base en acontecimientos históricos reales. La respuesta lúcida que dio a la pregunta sobre qué le diría a la hija de un paramilitar que estudia artes, nos hace presuponer que Salcedo está enterada de que el acontecimiento es un término presente en muchos teóricos contemporáneos. No obstante, no fue claro su manejo en la charla. Salcedo manifiesta que su obra recoge experiencias evanescentes que se relacionan sustancialmente con acontecimientos pasados. Paso seguido afirma que la obra de arte se ocupa precisamente de aquello que no es un acontecimiento, que la obra señala un acontecimiento. Distingue, pues, entre ocuparse-de y señalar. Sin mucha consistencia afirma que ella señala, quizá para dejar intacta a la víctima, para no correr el riesgo de identificarse con ella, o para evitar una interlocución moralmente difícil.

Mi obra –afirma– no cuenta o narra un acontecimiento, no relata una historia, no es la narración nostálgica de acontecimientos pasados. Señala la ausencia de lo vivido, se aparta de la singularidad de una experiencia vivida, pero al hacerlo borra dicha experiencia para convertirse, en lo que de nuevo Celán llama “un momento lírico de lo que está distante en otro lugar, de lo que nos es ajeno, un recordatorio de la presencia de lo extraño en nuestro presente, en un vano intento por mitigar la intolerancia”. ¿Borrar la experiencia de la víctima para convertirla en un momento lírico? Entendemos que Salcedo no hace mímesis de su objeto de interés, que tiene claro que el pensamiento artístico se despliega por medio de metáforas, que a la experiencia de la víctima sólo se puede llegar a través de la plástica, pero hablar de borrar la experiencia de la víctima es una idea que gobierna todo pensamiento totalitario, y ella definitivamente no lo es. Sólo ha seguido a un autor que la ha confundido.

No es elegante ensañarse más de lo necesario en un texto que no hace justicia al trabajo de Doris Salcedo ampliamente reconocido por la juventud colombiana, pero sí es importante hacer notar que los artistas dicen ya suficiente con su obra plástica. Y ella lo reconoce al final de su charla, cuando reconoce que la crítica de arte y las curadurías son más apropiadas para orientar la comprensión de las metáforas de los artistas que el ejercicio explicativo que realizan algunos artistas, así sea legítimo. Estoy seguro de que los asistentes querían escuchar algo más personal de la artista que los cautiva. Las muletas teóricas saben dónde encontrarlas, cuando las necesitan, y en gran variedad. En este aspecto, la academia contemporánea no ha sido mezquina, consciente del agotamiento por el que pasamos. Tampoco lo fue Salcedo y esto perjudicó su charla, así la ovación final nos haga creer lo contrario.

Me uno a las felicitaciones dadas a Jaime Iregui por difundir por Esfera Pública esta charla. De otra manera no nos abríamos enterado de la sustancia del evento.

Jorge Peñuela